“Guerra en el
Paraíso” de Carlos Montemayor
La disputa por la
defensa de un pueblo
El presente ensayo propone responder a la
siguiente pregunta: ¿De qué manera se puede analizar y definir en la obra Guerra en el Paraíso de Carlos Montemayor, el significante
“pueblo”? Para poder responder a la pregunta, me permito retomar dos textos
principalmente, el primero de ellos es la obra citada de Carlos Montemayor; el
segundo, es el texto El pueblo como
representación y como evento, de Benjamín Arditi.
El interés por analizar el significante pueblo en la obra de Carlos Montemayor
surge a raíz de la lectura de su obra y de la forma en que narra y describe en
bastas ocasiones a los diversos sujetos que sufren los estragos de la guerra
sucia de la época en el estado de Guerrero. Aunado a ello, para Carlos
Montemayor no hay un sujeto único, específico en la obra:
“El personaje principal de Guerra en el Paraíso no es Lucio
Cabañas, ni Hermenegildo Cuenca Díaz, ni Rubén Figueroa; el personaje principal
no es un individuo, un personaje móvil… es el soldado anónimo, el campesino
anónimo, la mujer, el anciano o el niño… el contexto social de lo que es una
lucha de esa dimensión.”[1]
Cuando se refiere al contexto, podría
decirse que habla de las graves condiciones de pobreza, desigualdad, olvido y
desesperanza en que se encontraba la gente que vivía en aquellos pueblos donde
la guerrilla fue real y duradera, así como también apoyada por los mismos
indígenas y campesinos que habitaban la zona. Pero cuando Montemayor habla de
“una lucha de esa dimensión”, realiza un énfasis en el levantamiento popular de
esa gente, de ese contexto y de lo que implicaba un hecho así.
¿Por qué la disputa por la defensa de un
pueblo? ¿De qué pueblo hablamos, el de México, el de Guerrero, el de El
Paraíso, Atoyac y Zacatula? Cuando nos referimos al pueblo, hablamos de un
sujeto intangible, de algo que es pero que no está físicamente, palpable. El
pueblo lo conforman personas y comunidades. Pero el término en sí mismo es ambiguo,
carente de un solo significado, único e irrevocable.
En la obra de Carlos Montemayor, el
desarrollo de la historia permite ver un conflicto político que trata, de una u
otra manera, de una defensa por el pueblo. No obstante, los sujetos que se contraponen
en la obra, es decir, los guerrilleros, campesinos y mujeres que apoyaban la
guerrilla, y por otra parte los militares, policías y personajes políticos,
defienden un pueblo distinto, los primeros un pueblo que constituye poder y los
segundos un pueblo ya constituido.
Con lo anterior quiero especificar que
existen diferentes maneras y modos de configurar al pueblo y que al defenderlo,
se otorga de legitimidad al sujeto que lo procura. En el caso de los militares,
no importando las formas, las violaciones a derechos humanos y los tratos,
decían defender al pueblo mexicano, a la idea construida, ya constituida de un pueblo y de un modo de ser dentro de
una sociedad, lo cual era premiado por aquellos que encarnaban las
instituciones emanadas del “pueblo mexicano”, la “ficción de una voluntad
unificada”[2].
Por su parte, la guerrilla lo que
defendía era su propia idea de pueblo. Montemayor deja ver en su obra una
constante que sufre la izquierda, las constantes disputas entre sus propios
grupos, entre el Partido Comunista, la Liga 23 de septiembre y su idea del
pueblo así como sus intentos de interpelación hacia aquellas clases iletradas,
que no conocían los escritos más importantes para un defensa verdadera y una
construcción de un pueblo igualitario y obrero y que tenían su idea propia del
pueblo, idea emanada no de la lectura, sino de la práctica cotidiana en la
vida, del quehacer y de su propia realidad.
Como mencione, la obra de Montemayor
contiene la idea de un pueblo que constituye y la idea de un pueblo constituido
que se debe defender. En su trabajo, Arditi explica a partir del análisis de
distintos autores la idea del pueblo como representación y del pueblo como
evento. El pueblo como representación es,
“el de los intercambios cotidianos dentro
de un campo de experiencia dado, el de la política habitual, al que quizás
podríamos describir como el pueblo de la policía... de la distribución de
recursos mediante las disputas institucionales entre grupos de intereses
organizados”[3].
Por su parte, el demos o el pueblo como evento se define “por ser una ocurrencia no
programable que surge desde dentro del status
quo para modificarlo… los excluidos encuentran un lugar donde puedan
contar… lugar de enunciación de los subversivos… una práctica de desclasificación”[4].
De acuerdo a las definiciones anteriores,
Guerra en el Paraíso es un texto en
el cual pueden analizarse y observarse a través de la narrativa y de los
discursos las dos formas concebidas del pueblo en esa época. El discurso de los
militares y del propio Echeverría alude a la defensa del status quo, de salvaguardar al pueblo mexicano de aquellos grupos
criminales que hacían de la sierra guerrerense una trinchera para seguir
cometiendo actos contra el país, contra la nación.
La bandera que defendía Lucio Cabañas era
la bandera de la gente que vivió y sufrió el salvajismo de agentes militares,
gubernamentales y de las policías estatales y federales. Era la irrupción del
hartazgo social, la reacción a la exclusión, al olvido, a la violencia contra
comunidades y al maltrato sistemático de grupos vulnerables de la población.
La guerrilla de Lucio Cabañas fue un
accidente para la narrativa de quienes encarnaban los sitios tomadores de
decisiones del pueblo mexicano constituido. Fue un incidente que marcaría a la
diferencia política dominante y que perduró en el poder varios años más.
“Temen reconocer que es un alzamiento
popular, que son pueblos enteros apoyando a Lucio…la lucha de un pueblo, puede
ser un accidente para un Estado, para un gobierno que se niegue a creer que él
mismo no es la razón del pueblo”[5]
El pueblo como significante, puede ser
definido también como el conjunto de diferencias que habitan bajo la dominación
de una de ellas en un espacio y tiempo determinados. Las diferencias tienen
disputas con el fin de lograr aminorar o ampliar la desigualdad. Plantean
ocupar el espacio de poder. Carlos Montemayor refleja en su obra la disputa por
ocupar un lugar determinado, un lugar de defensa a un pueblo definido de
distintas maneras por parte de los sujetos de la obra.
¿Es posible definir el pueblo del que habla
Montemayor en su novela? No considero que pueda considerarse tajantemente una
definición, pero sí hay una intención explícita del autor. Montemayor quiere
narrar los sucesos ocurridos en la sierra guerrerense a esa parte del pueblo
que sufrió.
Montemayor pretende y describe muy bien
los horrores de la guerra sucia vivida por mexicanos campesinos e indígenas,
por mexicanos que estaban olvidados, olvidados por otros mexicanos, aquellos
que ocupaban el espacio de poder, el espacio de las instituciones, que de
acuerdo a los postulados de la democracia les otorgaba la legitimidad para
llevar a cabo acciones y proyectos.
No obstante, cuestionable es la falta de
canales institucionales para satisfacer las demandas de grupos vulnerables y
grupos inconformes de la época. Guerra en
el Paraíso refleja la política del palo, del garrote. Refleja la falta de
visión de Estado a largo plazo que permitiría canalizar esa fuerza política del
pueblo que demandaba participación política, pero que sobre todo reaccionó a
causa de las prácticas violentas constantes contra el pueblo vulnerable.
La disputa por la defensa de un pueblo es
también la disputa por ocupar un espacio, un espacio de poder, para dirigir
acciones, procesos y cuerpos a través de un marco ideológico. Guerra en el
Paraíso refleja esa disputa pero sobre todo, nos invita a reflexionar sobre los
daños colaterales de la lucha por ese espacio.
A unas cuantas décadas del hecho narrado
por Montemayor, cabe preguntarse qué de lo que había en ese entonces persiste,
en qué se ha avanzado y qué falta por hacer. La lectura, tristemente refleja
que varios elementos persisten, que la reacción de ese pueblo de la sierra
sigue siendo la autodefensa ante los ataques de grupos organizados del crimen,
ante el secuestro de hijas de campesinos, ante violaciones a sus derechos y
ante la falta de una vida digna.
Que la reacción del ejército sigue siendo
la del poco diálogo, la del secreto, la de la cerrazón ante hechos que han
obligado a organismos internacionales a poner atención en el pueblo, el pueblo
mexicano. Se ha avanzado en la creación de instituciones que canalicen la
demanda política y social, pero aún falta mucho por hacer y es en ello en lo
que se tiene que trabajar.
[1] Arenas, M. Rogelio, Olivares, T. Gabriela, La voz a ti debida, conversaciones con escritores mexicanos, Plaza
y Valdes editores, Universidad Autónoma de Baja California, México, 2001, p.
79.
[2] Arditi, Benjamín, El pueblo como
representación y como evento, consultado el 25 de octubre de 2015 desde https://arditiesp.files.wordpress.com/2015/04/arditi_pueblo_evento_esp_20152.pdf
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Montemayor, Carlos, Guerra en el
Paraíso, Delbolsillo, México, 2014, pp.541-543.
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