domingo, 8 de noviembre de 2015



“Guerra en el Paraíso” de Carlos Montemayor

La disputa por la defensa de un pueblo

El presente ensayo propone responder a la siguiente pregunta: ¿De qué manera se puede analizar  y definir en la obra Guerra en el Paraíso de Carlos Montemayor, el significante “pueblo”? Para poder responder a la pregunta, me permito retomar dos textos principalmente, el primero de ellos es la obra citada de Carlos Montemayor; el segundo, es el texto El pueblo como representación y como evento, de Benjamín Arditi.
El interés por analizar el significante pueblo en la obra de Carlos Montemayor surge a raíz de la lectura de su obra y de la forma en que narra y describe en bastas ocasiones a los diversos sujetos que sufren los estragos de la guerra sucia de la época en el estado de Guerrero. Aunado a ello, para Carlos Montemayor no hay un sujeto único, específico en la obra:
“El personaje principal de Guerra en el Paraíso no es Lucio Cabañas, ni Hermenegildo Cuenca Díaz, ni Rubén Figueroa; el personaje principal no es un individuo, un personaje móvil… es el soldado anónimo, el campesino anónimo, la mujer, el anciano o el niño… el contexto social de lo que es una lucha de esa dimensión.”[1]
Cuando se refiere al contexto, podría decirse que habla de las graves condiciones de pobreza, desigualdad, olvido y desesperanza en que se encontraba la gente que vivía en aquellos pueblos donde la guerrilla fue real y duradera, así como también apoyada por los mismos indígenas y campesinos que habitaban la zona. Pero cuando Montemayor habla de “una lucha de esa dimensión”, realiza un énfasis en el levantamiento popular de esa gente, de ese contexto y de lo que implicaba un hecho así.
¿Por qué la disputa por la defensa de un pueblo? ¿De qué pueblo hablamos, el de México, el de Guerrero, el de El Paraíso, Atoyac y Zacatula? Cuando nos referimos al pueblo, hablamos de un sujeto intangible, de algo que es pero que no está físicamente, palpable. El pueblo lo conforman personas y comunidades. Pero el término en sí mismo es ambiguo, carente de un solo significado, único e irrevocable.
En la obra de Carlos Montemayor, el desarrollo de la historia permite ver un conflicto político que trata, de una u otra manera, de una defensa por el pueblo. No obstante, los sujetos que se contraponen en la obra, es decir, los guerrilleros, campesinos y mujeres que apoyaban la guerrilla, y por otra parte los militares, policías y personajes políticos, defienden un pueblo distinto, los primeros un pueblo que constituye poder y los segundos un pueblo ya constituido.
Con lo anterior quiero especificar que existen diferentes maneras y modos de configurar al pueblo y que al defenderlo, se otorga de legitimidad al sujeto que lo procura. En el caso de los militares, no importando las formas, las violaciones a derechos humanos y los tratos, decían defender al pueblo mexicano, a la idea construida, ya constituida  de un pueblo y de un modo de ser dentro de una sociedad, lo cual era premiado por aquellos que encarnaban las instituciones emanadas del “pueblo mexicano”, la “ficción de una voluntad unificada”[2].
Por su parte, la guerrilla lo que defendía era su propia idea de pueblo. Montemayor deja ver en su obra una constante que sufre la izquierda, las constantes disputas entre sus propios grupos, entre el Partido Comunista, la Liga 23 de septiembre y su idea del pueblo así como sus intentos de interpelación hacia aquellas clases iletradas, que no conocían los escritos más importantes para un defensa verdadera y una construcción de un pueblo igualitario y obrero y que tenían su idea propia del pueblo, idea emanada no de la lectura, sino de la práctica cotidiana en la vida, del quehacer y de su propia realidad.
Como mencione, la obra de Montemayor contiene la idea de un pueblo que constituye y la idea de un pueblo constituido que se debe defender. En su trabajo, Arditi explica a partir del análisis de distintos autores la idea del pueblo como representación y del pueblo como evento. El pueblo como representación es,
“el de los intercambios cotidianos dentro de un campo de experiencia dado, el de la política habitual, al que quizás podríamos describir como el pueblo de la policía... de la distribución de recursos mediante las disputas institucionales entre grupos de intereses organizados”[3].
Por su parte, el demos o el pueblo como evento se define “por ser una ocurrencia no programable que surge desde dentro del status quo para modificarlo… los excluidos encuentran un lugar donde puedan contar… lugar de enunciación de los subversivos… una práctica de desclasificación”[4].
De acuerdo a las definiciones anteriores, Guerra en el Paraíso es un texto en el cual pueden analizarse y observarse a través de la narrativa y de los discursos las dos formas concebidas del pueblo en esa época. El discurso de los militares y del propio Echeverría alude a la defensa del status quo, de salvaguardar al pueblo mexicano de aquellos grupos criminales que hacían de la sierra guerrerense una trinchera para seguir cometiendo actos contra el país, contra la nación.
La bandera que defendía Lucio Cabañas era la bandera de la gente que vivió y sufrió el salvajismo de agentes militares, gubernamentales y de las policías estatales y federales. Era la irrupción del hartazgo social, la reacción a la exclusión, al olvido, a la violencia contra comunidades y al maltrato sistemático de grupos vulnerables de la población.
La guerrilla de Lucio Cabañas fue un accidente para la narrativa de quienes encarnaban los sitios tomadores de decisiones del pueblo mexicano constituido. Fue un incidente que marcaría a la diferencia política dominante y que perduró en el poder varios años más.
“Temen reconocer que es un alzamiento popular, que son pueblos enteros apoyando a Lucio…la lucha de un pueblo, puede ser un accidente para un Estado, para un gobierno que se niegue a creer que él mismo no es la razón del pueblo”[5]
El pueblo como significante, puede ser definido también como el conjunto de diferencias que habitan bajo la dominación de una de ellas en un espacio y tiempo determinados. Las diferencias tienen disputas con el fin de lograr aminorar o ampliar la desigualdad. Plantean ocupar el espacio de poder. Carlos Montemayor refleja en su obra la disputa por ocupar un lugar determinado, un lugar de defensa a un pueblo definido de distintas maneras por parte de los sujetos de la obra.
 ¿Es posible definir el pueblo del que habla Montemayor en su novela? No considero que pueda considerarse tajantemente una definición, pero sí hay una intención explícita del autor. Montemayor quiere narrar los sucesos ocurridos en la sierra guerrerense a esa parte del pueblo que sufrió.
Montemayor pretende y describe muy bien los horrores de la guerra sucia vivida por mexicanos campesinos e indígenas, por mexicanos que estaban olvidados, olvidados por otros mexicanos, aquellos que ocupaban el espacio de poder, el espacio de las instituciones, que de acuerdo a los postulados de la democracia les otorgaba la legitimidad para llevar a cabo acciones y proyectos.
No obstante, cuestionable es la falta de canales institucionales para satisfacer las demandas de grupos vulnerables y grupos inconformes de la época. Guerra en el Paraíso refleja la política del palo, del garrote. Refleja la falta de visión de Estado a largo plazo que permitiría canalizar esa fuerza política del pueblo que demandaba participación política, pero que sobre todo reaccionó a causa de las prácticas violentas constantes contra el pueblo vulnerable.
La disputa por la defensa de un pueblo es también la disputa por ocupar un espacio, un espacio de poder, para dirigir acciones, procesos y cuerpos a través de un marco ideológico. Guerra en el Paraíso refleja esa disputa pero sobre todo, nos invita a reflexionar sobre los daños colaterales de la lucha por ese espacio.
A unas cuantas décadas del hecho narrado por Montemayor, cabe preguntarse qué de lo que había en ese entonces persiste, en qué se ha avanzado y qué falta por hacer. La lectura, tristemente refleja que varios elementos persisten, que la reacción de ese pueblo de la sierra sigue siendo la autodefensa ante los ataques de grupos organizados del crimen, ante el secuestro de hijas de campesinos, ante violaciones a sus derechos y ante la falta de una vida digna.
Que la reacción del ejército sigue siendo la del poco diálogo, la del secreto, la de la cerrazón ante hechos que han obligado a organismos internacionales a poner atención en el pueblo, el pueblo mexicano. Se ha avanzado en la creación de instituciones que canalicen la demanda política y social, pero aún falta mucho por hacer y es en ello en lo que se tiene que trabajar.




[1] Arenas, M. Rogelio, Olivares, T. Gabriela, La voz a ti debida, conversaciones con escritores mexicanos, Plaza y Valdes editores, Universidad Autónoma de Baja California, México, 2001, p. 79.
[2] Arditi, Benjamín, El pueblo como representación y como evento, consultado el 25 de octubre de 2015 desde https://arditiesp.files.wordpress.com/2015/04/arditi_pueblo_evento_esp_20152.pdf
[3] Ídem.
[4] Ídem.
[5] Montemayor, Carlos, Guerra en el Paraíso, Delbolsillo, México, 2014, pp.541-543.